"A veces tu espalda se me antoja lejana y eterna. A veces la miro como quien mira el paraíso, y a veces me rindo ante el placer de acariciarla de abajo a arriba.
Otras pienso en tu boca, y en la forma que tengo de beberme las palabras que salen de ella. La manera en que me calan en el cuerpo todas y cada una de tus palabras. Buenas o... sí, malas. Otras, también, pienso en la forma que tiene, en el cariño con el que la podría recorrer con los dedos, en todo lo que te quiero decir cuando se junta con la mía, y todo eso que no entiendes...
En ocasiones, pienso en tus manos, y en tus brazos. Pienso en la forma que tienen de agarrarme, de mecerme y de sostenerme en la vida. En ocasiones, tus manos han librado la batalla de mi conciencia, arropándome en mi miedo y tranquilizándome con caricias.
A veces, y sólo a veces, pienso en tu barriga. Hecha para mi y mi adoración por acariciarla. A veces, y sólo a veces, me doy cuenta de que me pasaría la vida con la cabeza apoyada en tu barriga, dejando mis días pasar.
Por momentos, pienso en el hueco que tienes entre tu pecho y tus hombros, adaptado a mi cabeza. En donde he pasado tantos momentos. Ese lugar perfecto, mientras me acaricias la espalda.
Y... A veces, y sólo a veces, pienso que tu luz supera a tu oscuridad. Y... A veces, y sólo a veces, me enamoro de ti cada día."
Lunes, 20 de enero del 2014.
Qué lujo de correspondencia... :)
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