miércoles, 20 de junio de 2012

Esta noche dime que me quieres.

Se quedó quieta, inmóvil. Hacía mucho tiempo que esperaba aquella llamada. Le habría gustado no recibirla, pero sabía que llegaría. Entonces abrió el teléfono. Se quedó en silencio. Oyó su respiración. Tancredi, al final de la calle, lejos de ella, en la penumbra de aquel portal, la observaba. Sonrió y luego le habló.
- Estaba... Estaba pensando en ti. - Sofia continuó con su silencio- Estaba pensando en cómo te he echado de menos. Pero no durante estos últimos días. Sino siempre. Estaba pensando en que podríamos ser felices, en lo bonito que sería ser una pareja cualquiera, incluso aburrirnos en un sofá, mano sobre mano, delante de la tele. Estaba pensando en lo bonito que sería discutir, decidir dónde ir de vacaciones, quizá no ponernos de acuerdo. Y en lo bonito que sería dejarte ganar... O no. -Sofía sonrió. Tancredi la vio desde lejos y continuó-: Estaba pensando en que tenías razón. He perdido mucho tiempo. Para mí siempre ha sido muy difícil, pero al final he entendido que he tenido suerte... Te he oído tocar. -Sofia bajó la cabeza. Movió los pies con embarazo. Despu´se continuó escuchando-. Pero lo más importante es que tengo ganas de amar, y tengo ganas de amarte a ti. -Sofia siguió con tu silencio-. Te esperaré en el bar de debajo de la iglesia, donde no quisiste ir a tomar algo la primera vez que nos vimos. Te esperaré esta tarde... Estaré allí desde la siete. Y durante toda la noche nos estará esperando un avión que nos llevará a donde tú quieras. -Sofia exhaló un largo suspiro. Y él entendió que era como si le hubiera dicho "¿No quieres decirme nada más?" Entonces simplemente añadió-: Te quiero.
Y cortó la llamada.
(Federico Moccia)

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