Fuiste mi sastre de sonrisas, las mariposas que sentí dentro. Fuiste mil noches por enloquecer y nos quedamos en 800. Fuiste la no tan suerte de mi vida.
Y verás, antes daría todo lo que tengo por ti. Antes besaría el suelo que pisabas. Pero ahora no. Y doy gracias. Porque aunque me cueste, aunque siga llorando, cada día abro más los ojos y te estás yendo poco a poco. En el fondo, eso me apena, me apena porque me sigues desgarrando el interior, cada vez desde más lejos... ¡Y tanto que tan lejos!
1.089 kilómetros y me sigues desangrando.