Quédate conmigo, no
porque te lo pida, si no porque quieres. Si lo haces, quizás no
todos los días sean perfectos y en ellos quizás tampoco te haga
reír. Quizás eso días de felicidad lleguen a ser escasos. Pero te
prometo que no habrá monotonía, no me quejaré, no te echaré en
cara ciertas cosas. Te prometo que te cuidaré y si quieres mimos
será la persona que más te mime, que si me pides espacio, te daré
todo el que quieras, y si no lo quieres te agobiaré con cualquier
cosa. Si me pides la luna te vuelco el cielo, si quieres las
estrellas bajaré unas cuantas para ti. Si quieres fidelidad seré
fiel hasta de tu sombra, si quieres una persona seria, podría
intentar ser seria. Si por el contrario quieres a alguien que no pare
de hacer el subnormal, también podría intentarlo. Sin embargo, si
quieres a alguien totalmente bipolar, yo soy la adecuada. Te prometo
que haré lo que sea porque tu sonrías, porque estés feliz, que no
hay cosa que me guste más. Te prometo que te daré todo lo que me
pidas, TODO, porque nada se puede igualar a lo que has hecho,
queriendo o sin querer, por mi.
miércoles, 26 de diciembre de 2012
jueves, 13 de diciembre de 2012
' si no es fácil, valdrá la pena '
Y de repente, ahí está. Apareciendo aposta. Mirándote con descaro mientras hace que no te ha visto. Pero claro, no puede dejar pasar su presencia como inadvertida, tiene que darse a ver. Entonces te suelta una frase inútil, como podría ser: 'Me gustaría tener un dinosaurio'. Pero esa frase inútil, a la par que estúpida, hace que te sonrojes y que quieras mirar para otro lado. Avanzas lentamente y unos escasos metros parecen kilómetros mal colocados. Roza tus mejillas con sus labios, lo imitas, pero se te eriza hasta el último pelo de tu cuerpo, se te vuelve loco el cuerpo y deseas girar lentamente la cabeza, dándote igual el lugar en el que te encuentras. Besándolo hasta que se terminase todo el tiempo, hasta que no te quedase aire. Tienes muchísimas ganas de hacerlo, pero te limitas a sonreírle y a irte como quien no quiere la cosa. Él, aprovechando su ventaja, que sabe de sobra que la tiene, intenta desaparecer, sabiendo que su presencia ha causado el furor que él pretendía. Y como una tonta, tú le sigues, le sigues porque ahí te gustaría estar. Pero tienes que hacerte la dura. ¡Tiene que luchar por ti! Pero quien va detrás de él ahora mismo, eres tu. Y llegas al lugar donde se detiene, donde él ha decidido que va a pasar el tiempo que pase en el mismo lugar que tú, y pobre de ti, que sólo buscas cualquier contacto con su piel, esa sensación de que tiene que besarte en ese preciso momento. Pero no te besa, no. Te hace ver que sabe lo que quieres, pero no te lo va a poner tan fácil. ¿Lo peor? Tú a él tampoco.

Se inicia así una guerra de estúpidos, con límites estúpidos y con estúpidas palabras que no consiguen el deseo de ninguno de los dos. Se vuelve loco el cuerpo, necesita de él y su cuerpo necesita de ti. Empieza a convertirse una guerra por intentar evitar calmar la sed que tienes de sus labios. Pero él tiene esa actitud, algo, que parece que puede resolver cualquier cosa, conseguir cualquier cosa sólo con decirlo. Y cada vez te atrae más, cada vez te es más imposible escaparte y... No llega el día en el que consigues un beso. Todavía no. Das a entender que no te interesa y él cada vez se muestra más interesado, lucha por él. Te divierte y te hace sentir felicidad.Y cando menos te lo esperas, cuando piensas que decidió que la guerra era eso, que no iba a haber ningún vencedor, pasa. Te da ese beso. Ese preciso beso. Nocturno, escondido de todas las miradas furtivas, de todo cotilla y de persona que pueda malhablar. Y no es un beso desesperado, ávido de los labios del otro. Es un beso tranquilo, como si se conocieran de toda la vida vuestras bocas. Como si estuviera destinado a pasar. A pasar de esa manera, a esperar y a besaros así. Sin prisa, sin presión, sin vergüenza... Tranquilo. Como si estuvierais destinados, para besaros toda la vida.
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